A los 16 años soñé con unos converse de bota color turquesa, la siguiente semana fui al tianguis de la Lagunilla y al entrar los vi colgados de las agujetas como esperando por mí, fue casi casi un "deja vu" (en esos tiempos apenas iba resurgiendo Converse, y los únicos colores comunes eran el negro, rojo y azul marino), la talla era como dos números más grande que la mía, ¡pero de todas formas me los compré! Desde entonces el turquesa se volvió mi favorito, al igual que mis tenis; los usé por años hasta que perdieron el color y se les hicieron tantos hoyos que la lona y la suela sólo se unían por unos cuantos hilos.
Hace no mucho me compré unos nuevos exactamente iguales y me di cuenta de la curiosa relación que ha tenido ese modelo (converse turquesa) con las chicas que me gustan; a los 16 conocí gracias a ellos a Ana Luisa (que me encantaba en la prepa), también a Ana (a quien no volví a ver) que junto con mi cabello (en ese tiempo muy rizado) fueron suficiente tema de conversación durante el trayecto del camión en que nos conocimos para después terminar cogiendo pedos en una fiesta. Más recientemente le gustaron a Melissa (la última vez que la vi me dijo: "no te pusiste tus converse turquesa"). Ahora que recuerdo, a Claudia le regalé unos tenis iguales que compramos en plaza meave, y durante los tres y cacho años que duró nuestra relación compartimos nuestra afición por el turquesa. La lista podría seguir entre chicas que conocí, exnovias y mujeres de las que me he enamorado en secreto (y por supuesto la lista también incluye amigos y amigas), de quienes recuerdo el color turquesa como detalle que decora cada historia.
